dilluns, 20 d’agost del 2007

Joan Garcia Rabascall: representante del Consulado Británico de Barcelona en Lérida durante los años de la Segunda Guerra Mundial

Noemí Riudor

Joan Garcia Rabascall nació en Lérida el 11 de diciembre de 1900. Era el menor de cuatro hermanos. Su padre era Francesc Garcia Boronat y su madre Carme Rabascall Martí, los dos habían nacido en Cornudella (Tarragona). Joan empezó a trabajar en Obras Públicas de la Generalitat cuando era muy joven, un hermano suyo ya trabajaba ahí.
En lo referente a su pensamiento político, cabe decir que era republicano y se relacionaba con los círculos de Esquerra Republicana de la ciudad de Lérida. Él y sus amigos estaban vinculados a un grupo llamado "La Petera" el cual tenía un cariz político y quizás también lúdico. Joan no fue a la Guerra Civil; cuando ésta terminó fue inhabilitado como funcionario público y tuvo que trabajar para diferentes gestores como trabajador autónomo, haciendo de agente de seguros.
El 21 de noviembre de 1941 se casó con Dolors Solà Alberich y el 16 de agosto de 1946 tuvieron a su única hija, M. Carme Garcia Solà.
Con respecto al trabajo que Joan Garcia desarrolló para el Consulado Británico de Barcelona, la información que tenemos es escasa. Disponemos de un documento, expedido por el Consulado el 4 de julio de 1943, que lo acreditaba para poder realizar tareas administrativas relacionadas con los súbditos británicos que se encontraran en las provincias de Lérida y Huesca. También tenía un carné de identidad que lo acreditaba como representante del Consulado, este documento está fechado el 22 de julio de1943.
En el libro de Alberto Poveda, Paso clandestino. Laso otras listas (2004), aparece citado como un representante del Consulado Británico en la ciudad de Lérida:
“El Consulado general británico en Barcelona designó como representante para las relaciones con el Gobierno Civil a Juan Garcia (…) Era también joven, resuelto, eficaz. Fue precisamente el coautor de una solución de alivio para los refugiados, para sus «canadienses», con efecto sobre los demás: un balneario.” (POVEDA 2004, 167)
Alberto Poveda Longo era un chico de Madrid que había estudiado periodismo. Después de haber hecho unas oposiciones al Ministerio de Gobernación fue destinado a Lérida donde llegó a mediados de septiembre de 1942, tenía 27 años. En Lérida, trabajó en el Gobierno Civil encargándose de los refugiados de guerra que llegaban a la provincia ya que sabía francés y un poco de inglés.
Un día, Joan Garcia Rabascall se presentó al Gobierno Civil con el fin de reunirse con Poveda. Garcia se presentó como el encargado designado por el Consulado Británico con el fin de ocuparse de los ciudadanos británicos y canadienses que se encontraban encarcelados en el Seminario Viejo de Lérida. A partir de aquel momento, Garcia empezó a presentar en el Gobierno Civil documentos en los que el Consulado Británico pedía la liberación de determinadas personas que estaban encarceladas en el Seminario Viejo, el Consulado se haría cargo de su manutención y traslado a Barcelona.
El aspecto de Joan Garcia era el de un hombre alto y elegante, su manera de actuar hizo creer a Poveda que se trataba de una persona formada en un entorno británico. En realidad, Garcia nunca estuvo en Inglaterra. Según recuerda su sobrina a Joana Garcia Sisteré, el poco inglés que sabía lo aprendió el año 1943, gracias a un profesor que le dio clase en su casa y que seguramente estuvo pagado por el Consulado.
Algunos de los encuentros entre Poveda y Garcia tuvieron lugar en el Hotel Palace de la ciudad de Lérida. Éste era uno de los hoteles donde el Consulado Británico alojaba grupos de refugiados. La manera de moverse de Garcia por el Hotel Palace había llevado a creer a en Poveda que estaba alojado cuando en realidad vivía en Lérida. Es posible que a Joan Garcia no le interesara que se conocieran demasiados detalles de su vida.
El interés de Joan Garcia y de otros agentes consulares por liberar el máximo número de refugiados recluidos a la prisión del Seminario Viejo de Lérida y, sobre todo, el número creciente de prisioneros, hizo que desde el Gobierno Civil se buscara una solución que permitiera reducir el número de internos. Así pues, el 7 de mayo de 1943 Joan Garcia pudo sacar del Seminario Viejo un grupo de 70 personas que fueron trasladadas al balneario de Rocallaura (POVEDA 2004, 180-181). A partir de aquel momento el balneario se convirtió en un lugar de estancia para los refugiados de diversas nacionalidades que esperaban su evacuación de España. Los gastos de la estancia de los ciudadanos británicos y canadienses, iban a cargo del Consulado de Barcelona y el encargado del pago era su representante, Joan Garcia.
Gracias a un documento que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Lérida (facilitado Josep Calvet) podemos constatar el hecho de que el Consulado Británico asumía los gastos de alojamiento y manutención de los extranjeros británicos. En este documento redactado por Joan Garcia el 15 de diciembre de 1943, se informa al propietario de algún hotel, cuyo nombre no figura, del pago de una factura de 2.150 pesetas en concepto de manutención y alojamiento de John Gordon Covington y familia, Bob Tibbatts y Freddy Duncan.
Los encuentros entre en Poveda y en Garcia se hicieron menos frecuentes a partir de mediados de 1943. Quizás a partir del momento en que las autoridades permitieron el alojamiento de los extranjeros en Rocallaura, los trámites para su liberación del Seminario Viejo fueron más ágiles. De todas maneras Poveda considera que entre 1943 y 1944, los miembros de las redes de evasión presentes dentro de Cataluña, fueron capaces de construir una línea directa entre la frontera pirenaica y Barcelona, lo cual hizo disminuir considerablemente el número de aviadores internados en el Seminario Viejo, aunque todavía había algunos que llegaban. Durante el año 1944 en Poveda perderá definitivamente el contacto con Joan Garcia, de todas maneras Garcia continuará trabajando para los británicos y el Gobernador Civil tendrá en constancia ya que la Comisaría de Policía le enviará el informe de una denuncia, con fecha del 4 de abril de 1944. En este informe policial aparecían Joan Garcia Rabascall, con domicilio en la calle Curtidores número 4, 3º piso, de Lérida y Josep Tous Gironès que era el propietario de una tienda de aparatos de radio en la Avenida del Caudillo. En el informe se dice de ellos que colaboraban y ayudaban a los extranjeros efectuando tareas de enlace con los Consulados Británico y Holandés respectivamente y que habían pertenecido a Juventud Republicana (AHL. Secció Govern Civil. Lligall 370. Expedient 19).
El 6 de abril de 1944, un avión Halifax del esquadró 644 de la RAF, salió de la base Tarrant Rushton a Dorset, pocas horas después de su despegue el avión fue abatido por los alemanes en la región francesa de Cognac. De los seis tripulantes del Halifax sólo uno murió, otro fue capturado y los otros cuatro consiguieron escapar aunque no todos juntos. John Franklin y Ray Hindle cayeron el uno cerca del otro y, gracias a la ayuda de la red de evasión Pat O'Leary, consiguieron llegar a España por el Puente de Rey el 4 de mayo de 1944 (GOODALL 2005, 33-38). Los dos aviadores fueron arrestados y conducidos a Vielha y de allí fueron trasladados a la prisión del Seminario Viejo de Lérida.
El 20 de julio de 2006, John Franklin reconoció a Joan Garcia en una fotografía de los años 40. Garcia era el representante del Consulado que lo había liberado de la prisión dos veces. La primera vez, Franklin y su compañero Hindle fueron puestos en libertad según los trámites habituales que los representantes consulares debían seguir: primero la identificación dentro de la prisión, después la notificación en el Gobierno Civil de la presencia de determinados súbditos británicos de los cuales se haría cargo el Consulado y finalmente la liberación y la estancia en determinados hoteles de la ciudad de Lérida antes de su traslado a Barcelona. Con los dos compañeros británicos, había un tercer aviador, un americano de nombre John Betolatti que habían conocido en la etapa final de su viaje desde Francia hasta Cataluña a través de los Pirineos. Para los tres chicos, la estancia en el hotel de Lérida debió ser la cosa más parecida a unas vacaciones después de los meses de huida a través de la Francia ocupada.
Los refugiados que salían del Seminario Viejo eran alojados en los hoteles de la ciudad, disfrutaban de una situación de semilibertad. Las autoridades habían impuesto un toque de queda para los extranjeros inscritos en el Gobierno Civil. Así pues, según Poveda, la hora a partir de la cual los extranjeros no podían salir a la calle era las 9 de la noche aunque durante el verano se alargaba hasta las 11 de la noche (POVEDA 2004, 172-173)
A pesar del toque de queda, un día los tres compañeros decidieron ir al cine. Al salir de la sala, una pareja de la Guardia Civil los esperaba para llevarlos otra vez al Seminario Viejo. Según recuerda Franklin, mientras eran escoltados por la calle Mayor, ninguno de los dos guardias civiles podía esconder su satisfacción.
El desasosiego que los tres chicos experimentaron al verse otra vez encarcelados, empezó a desaparecer cuando Franklin, desde la celda, vio llegar a Joan Garcia que consiguió que les volvieran a poner en libertad.
Del tiempo que Joan Garcia Rabascall trabajó para los británicos, me han llegado algunas historias familiares inconexas, que son las piezas de un rompecabezas muy grande que empiezo a poder montar. Su hija, M. Carme Garcia Solà, recordaba haber oído explicar a su padre la historia de un evadido que tenía un título de príncipe; Garcia le compró unas monedas de oro a fin de que el aristócrata, durante su estada en Lérida, pudiera tener algún dinero más de lo que el Consulado asignaba a cada refugiado. Recordaba también una situación que se había dado en el Hotel Palace de la ciudad cuando aparecieron unos alemanes y perturbaron la tranquilidad de los evadidos allí alojados; en aquella ocasión, Joan Garcia tuvo que hacer frente a las quejas de los refugiados que debieron asustarse mucho con aquella inesperada visita. Lo único que pudo decirles Garcia fue: "en este país, es más «legal» la presencia de alemanes que las actividades del Consulado Británico". Esta situación también la describe Poveda en su libro; él también fue testigo del miedo que los oficiales alemanes suscitaron entre los refugiados:
“Cierto día, visitaron al nuevo Gobernador Civil dos oficiales alemanes de la guardia fronteriza, perfectamente uniformados, altos, fuertes y con aire de arrogancia. No supe nada relacionado con el propósito de la visita y pensé que se trataba de una cortesía protocolaria hacia la autoridad española vecina.
Horas más tarde, cuando me dirigía a la oficina de Correos, los vi salir del Hotel Palacio, zona muy céntrica de la ciudad y, consiguientemente, algún refugiado tuvo que advertir su presencia y comunicarlo rápidamente a otros. Así ocurrió, sin duda, pues cuando regresaba de mi gestión por el mismo camino, cuatro refugiados se me acercaron con muestras de nerviosismo y me preguntaron qué peligro podría representar aquella visita. Les tranquilicé diciendo que, en todo caso, no se vería alterado el statu quo establecido y del que se derivaba su situación de libertad. La inquietud se me manifestó en otro encuentro a continuación.” (POVEDA 2004, 174).
M. Carme Garcia recordaba haber oído explicar a su padre la vez en qué se hizo cargo de la mujer de Alexander Fleming. La última historia familiar que se explica, es quizás la más angustiante: en una ocasión en que Joan Garcia estaba con algún alto cargo del Consulado, el coche con el que viajaban fue ametrallado. Según tenemos entendido, nadie murió en aquel atentado. Los detalles de este acontecimiento, quién era el otro hombre, dónde iban o quién y porqué atentó contra ellos, son desconocidos.
Joan Garcia tuvo una pesadilla repetitiva que lo acompañó toda la vida. Soñaba que alguien lo perseguía y gritaba pidiendo auxilio. Cuando se despertaba, decía que no recordaba nada. Quizás este sueño y los hechos vividos en aquel coche no tienen relación alguna, pero son detalles que ayudan a entender las dificultades que tuvo que vivir durante aquéllos años.
Joan Garcia Rabascall murió en Lérida el 5 de enero de 1985. Tenía 84 años.

A continuación facilitamos algunos nombres de los representantes consulares y de la Cruz Roja, encargados de los refugiados de diferentes nacionalidades, presentes en la ciudad de Lérida durante la Segunda Guerra Mundial:

Garcia Rabascall, Joan. Consulado Británico de Barcelona. Documentación perteneciente a la Familia Riudor-Ros / (POVEDA 2004, 167, 180-181) / Documentación del Archivo Histórico Provincial facilitada por Josep Calvet.
Tous Gironès, Josep. Consulado Holandés. Documentación del Archivo Histórico Provincial facilitada por Josep Calvet.
Revelly, Yves. Cruz Roja Internacional. Delegación francesa. (POVEDA 2004, 111).
Scherer, Marc. Cruz Roja francesa. (POVEDA 2004, 114).
Reyes, Alicia. Consulado Belga de Barcelona. (POVEDA 2004, 162).
García, Roberto. Consolat EEUU en Barcelona. (POVEDA 2004, 166).
Gomand, Norbert. Cruz Roja Luxemburguesa. (POVEDA 2004, 167).

Bibliografía:

GOODALL 2005
GOODALL, Scott, The Freedom Trail, Inchmere Design, 2005.

POVEDA 2004
POVEDA LONGO, Alberto, Paso clandestino. Las otras listas, Ed. Alberto Poveda Longo, Madrid, 2004.