dilluns, 20 d’agost del 2007

Joan Garcia Rabascall: representante del Consulado Británico de Barcelona en Lérida durante los años de la Segunda Guerra Mundial

Noemí Riudor

Joan Garcia Rabascall nació en Lérida el 11 de diciembre de 1900. Era el menor de cuatro hermanos. Su padre era Francesc Garcia Boronat y su madre Carme Rabascall Martí, los dos habían nacido en Cornudella (Tarragona). Joan empezó a trabajar en Obras Públicas de la Generalitat cuando era muy joven, un hermano suyo ya trabajaba ahí.
En lo referente a su pensamiento político, cabe decir que era republicano y se relacionaba con los círculos de Esquerra Republicana de la ciudad de Lérida. Él y sus amigos estaban vinculados a un grupo llamado "La Petera" el cual tenía un cariz político y quizás también lúdico. Joan no fue a la Guerra Civil; cuando ésta terminó fue inhabilitado como funcionario público y tuvo que trabajar para diferentes gestores como trabajador autónomo, haciendo de agente de seguros.
El 21 de noviembre de 1941 se casó con Dolors Solà Alberich y el 16 de agosto de 1946 tuvieron a su única hija, M. Carme Garcia Solà.
Con respecto al trabajo que Joan Garcia desarrolló para el Consulado Británico de Barcelona, la información que tenemos es escasa. Disponemos de un documento, expedido por el Consulado el 4 de julio de 1943, que lo acreditaba para poder realizar tareas administrativas relacionadas con los súbditos británicos que se encontraran en las provincias de Lérida y Huesca. También tenía un carné de identidad que lo acreditaba como representante del Consulado, este documento está fechado el 22 de julio de1943.
En el libro de Alberto Poveda, Paso clandestino. Laso otras listas (2004), aparece citado como un representante del Consulado Británico en la ciudad de Lérida:
“El Consulado general británico en Barcelona designó como representante para las relaciones con el Gobierno Civil a Juan Garcia (…) Era también joven, resuelto, eficaz. Fue precisamente el coautor de una solución de alivio para los refugiados, para sus «canadienses», con efecto sobre los demás: un balneario.” (POVEDA 2004, 167)
Alberto Poveda Longo era un chico de Madrid que había estudiado periodismo. Después de haber hecho unas oposiciones al Ministerio de Gobernación fue destinado a Lérida donde llegó a mediados de septiembre de 1942, tenía 27 años. En Lérida, trabajó en el Gobierno Civil encargándose de los refugiados de guerra que llegaban a la provincia ya que sabía francés y un poco de inglés.
Un día, Joan Garcia Rabascall se presentó al Gobierno Civil con el fin de reunirse con Poveda. Garcia se presentó como el encargado designado por el Consulado Británico con el fin de ocuparse de los ciudadanos británicos y canadienses que se encontraban encarcelados en el Seminario Viejo de Lérida. A partir de aquel momento, Garcia empezó a presentar en el Gobierno Civil documentos en los que el Consulado Británico pedía la liberación de determinadas personas que estaban encarceladas en el Seminario Viejo, el Consulado se haría cargo de su manutención y traslado a Barcelona.
El aspecto de Joan Garcia era el de un hombre alto y elegante, su manera de actuar hizo creer a Poveda que se trataba de una persona formada en un entorno británico. En realidad, Garcia nunca estuvo en Inglaterra. Según recuerda su sobrina a Joana Garcia Sisteré, el poco inglés que sabía lo aprendió el año 1943, gracias a un profesor que le dio clase en su casa y que seguramente estuvo pagado por el Consulado.
Algunos de los encuentros entre Poveda y Garcia tuvieron lugar en el Hotel Palace de la ciudad de Lérida. Éste era uno de los hoteles donde el Consulado Británico alojaba grupos de refugiados. La manera de moverse de Garcia por el Hotel Palace había llevado a creer a en Poveda que estaba alojado cuando en realidad vivía en Lérida. Es posible que a Joan Garcia no le interesara que se conocieran demasiados detalles de su vida.
El interés de Joan Garcia y de otros agentes consulares por liberar el máximo número de refugiados recluidos a la prisión del Seminario Viejo de Lérida y, sobre todo, el número creciente de prisioneros, hizo que desde el Gobierno Civil se buscara una solución que permitiera reducir el número de internos. Así pues, el 7 de mayo de 1943 Joan Garcia pudo sacar del Seminario Viejo un grupo de 70 personas que fueron trasladadas al balneario de Rocallaura (POVEDA 2004, 180-181). A partir de aquel momento el balneario se convirtió en un lugar de estancia para los refugiados de diversas nacionalidades que esperaban su evacuación de España. Los gastos de la estancia de los ciudadanos británicos y canadienses, iban a cargo del Consulado de Barcelona y el encargado del pago era su representante, Joan Garcia.
Gracias a un documento que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Lérida (facilitado Josep Calvet) podemos constatar el hecho de que el Consulado Británico asumía los gastos de alojamiento y manutención de los extranjeros británicos. En este documento redactado por Joan Garcia el 15 de diciembre de 1943, se informa al propietario de algún hotel, cuyo nombre no figura, del pago de una factura de 2.150 pesetas en concepto de manutención y alojamiento de John Gordon Covington y familia, Bob Tibbatts y Freddy Duncan.
Los encuentros entre en Poveda y en Garcia se hicieron menos frecuentes a partir de mediados de 1943. Quizás a partir del momento en que las autoridades permitieron el alojamiento de los extranjeros en Rocallaura, los trámites para su liberación del Seminario Viejo fueron más ágiles. De todas maneras Poveda considera que entre 1943 y 1944, los miembros de las redes de evasión presentes dentro de Cataluña, fueron capaces de construir una línea directa entre la frontera pirenaica y Barcelona, lo cual hizo disminuir considerablemente el número de aviadores internados en el Seminario Viejo, aunque todavía había algunos que llegaban. Durante el año 1944 en Poveda perderá definitivamente el contacto con Joan Garcia, de todas maneras Garcia continuará trabajando para los británicos y el Gobernador Civil tendrá en constancia ya que la Comisaría de Policía le enviará el informe de una denuncia, con fecha del 4 de abril de 1944. En este informe policial aparecían Joan Garcia Rabascall, con domicilio en la calle Curtidores número 4, 3º piso, de Lérida y Josep Tous Gironès que era el propietario de una tienda de aparatos de radio en la Avenida del Caudillo. En el informe se dice de ellos que colaboraban y ayudaban a los extranjeros efectuando tareas de enlace con los Consulados Británico y Holandés respectivamente y que habían pertenecido a Juventud Republicana (AHL. Secció Govern Civil. Lligall 370. Expedient 19).
El 6 de abril de 1944, un avión Halifax del esquadró 644 de la RAF, salió de la base Tarrant Rushton a Dorset, pocas horas después de su despegue el avión fue abatido por los alemanes en la región francesa de Cognac. De los seis tripulantes del Halifax sólo uno murió, otro fue capturado y los otros cuatro consiguieron escapar aunque no todos juntos. John Franklin y Ray Hindle cayeron el uno cerca del otro y, gracias a la ayuda de la red de evasión Pat O'Leary, consiguieron llegar a España por el Puente de Rey el 4 de mayo de 1944 (GOODALL 2005, 33-38). Los dos aviadores fueron arrestados y conducidos a Vielha y de allí fueron trasladados a la prisión del Seminario Viejo de Lérida.
El 20 de julio de 2006, John Franklin reconoció a Joan Garcia en una fotografía de los años 40. Garcia era el representante del Consulado que lo había liberado de la prisión dos veces. La primera vez, Franklin y su compañero Hindle fueron puestos en libertad según los trámites habituales que los representantes consulares debían seguir: primero la identificación dentro de la prisión, después la notificación en el Gobierno Civil de la presencia de determinados súbditos británicos de los cuales se haría cargo el Consulado y finalmente la liberación y la estancia en determinados hoteles de la ciudad de Lérida antes de su traslado a Barcelona. Con los dos compañeros británicos, había un tercer aviador, un americano de nombre John Betolatti que habían conocido en la etapa final de su viaje desde Francia hasta Cataluña a través de los Pirineos. Para los tres chicos, la estancia en el hotel de Lérida debió ser la cosa más parecida a unas vacaciones después de los meses de huida a través de la Francia ocupada.
Los refugiados que salían del Seminario Viejo eran alojados en los hoteles de la ciudad, disfrutaban de una situación de semilibertad. Las autoridades habían impuesto un toque de queda para los extranjeros inscritos en el Gobierno Civil. Así pues, según Poveda, la hora a partir de la cual los extranjeros no podían salir a la calle era las 9 de la noche aunque durante el verano se alargaba hasta las 11 de la noche (POVEDA 2004, 172-173)
A pesar del toque de queda, un día los tres compañeros decidieron ir al cine. Al salir de la sala, una pareja de la Guardia Civil los esperaba para llevarlos otra vez al Seminario Viejo. Según recuerda Franklin, mientras eran escoltados por la calle Mayor, ninguno de los dos guardias civiles podía esconder su satisfacción.
El desasosiego que los tres chicos experimentaron al verse otra vez encarcelados, empezó a desaparecer cuando Franklin, desde la celda, vio llegar a Joan Garcia que consiguió que les volvieran a poner en libertad.
Del tiempo que Joan Garcia Rabascall trabajó para los británicos, me han llegado algunas historias familiares inconexas, que son las piezas de un rompecabezas muy grande que empiezo a poder montar. Su hija, M. Carme Garcia Solà, recordaba haber oído explicar a su padre la historia de un evadido que tenía un título de príncipe; Garcia le compró unas monedas de oro a fin de que el aristócrata, durante su estada en Lérida, pudiera tener algún dinero más de lo que el Consulado asignaba a cada refugiado. Recordaba también una situación que se había dado en el Hotel Palace de la ciudad cuando aparecieron unos alemanes y perturbaron la tranquilidad de los evadidos allí alojados; en aquella ocasión, Joan Garcia tuvo que hacer frente a las quejas de los refugiados que debieron asustarse mucho con aquella inesperada visita. Lo único que pudo decirles Garcia fue: "en este país, es más «legal» la presencia de alemanes que las actividades del Consulado Británico". Esta situación también la describe Poveda en su libro; él también fue testigo del miedo que los oficiales alemanes suscitaron entre los refugiados:
“Cierto día, visitaron al nuevo Gobernador Civil dos oficiales alemanes de la guardia fronteriza, perfectamente uniformados, altos, fuertes y con aire de arrogancia. No supe nada relacionado con el propósito de la visita y pensé que se trataba de una cortesía protocolaria hacia la autoridad española vecina.
Horas más tarde, cuando me dirigía a la oficina de Correos, los vi salir del Hotel Palacio, zona muy céntrica de la ciudad y, consiguientemente, algún refugiado tuvo que advertir su presencia y comunicarlo rápidamente a otros. Así ocurrió, sin duda, pues cuando regresaba de mi gestión por el mismo camino, cuatro refugiados se me acercaron con muestras de nerviosismo y me preguntaron qué peligro podría representar aquella visita. Les tranquilicé diciendo que, en todo caso, no se vería alterado el statu quo establecido y del que se derivaba su situación de libertad. La inquietud se me manifestó en otro encuentro a continuación.” (POVEDA 2004, 174).
M. Carme Garcia recordaba haber oído explicar a su padre la vez en qué se hizo cargo de la mujer de Alexander Fleming. La última historia familiar que se explica, es quizás la más angustiante: en una ocasión en que Joan Garcia estaba con algún alto cargo del Consulado, el coche con el que viajaban fue ametrallado. Según tenemos entendido, nadie murió en aquel atentado. Los detalles de este acontecimiento, quién era el otro hombre, dónde iban o quién y porqué atentó contra ellos, son desconocidos.
Joan Garcia tuvo una pesadilla repetitiva que lo acompañó toda la vida. Soñaba que alguien lo perseguía y gritaba pidiendo auxilio. Cuando se despertaba, decía que no recordaba nada. Quizás este sueño y los hechos vividos en aquel coche no tienen relación alguna, pero son detalles que ayudan a entender las dificultades que tuvo que vivir durante aquéllos años.
Joan Garcia Rabascall murió en Lérida el 5 de enero de 1985. Tenía 84 años.

A continuación facilitamos algunos nombres de los representantes consulares y de la Cruz Roja, encargados de los refugiados de diferentes nacionalidades, presentes en la ciudad de Lérida durante la Segunda Guerra Mundial:

Garcia Rabascall, Joan. Consulado Británico de Barcelona. Documentación perteneciente a la Familia Riudor-Ros / (POVEDA 2004, 167, 180-181) / Documentación del Archivo Histórico Provincial facilitada por Josep Calvet.
Tous Gironès, Josep. Consulado Holandés. Documentación del Archivo Histórico Provincial facilitada por Josep Calvet.
Revelly, Yves. Cruz Roja Internacional. Delegación francesa. (POVEDA 2004, 111).
Scherer, Marc. Cruz Roja francesa. (POVEDA 2004, 114).
Reyes, Alicia. Consulado Belga de Barcelona. (POVEDA 2004, 162).
García, Roberto. Consolat EEUU en Barcelona. (POVEDA 2004, 166).
Gomand, Norbert. Cruz Roja Luxemburguesa. (POVEDA 2004, 167).

Bibliografía:

GOODALL 2005
GOODALL, Scott, The Freedom Trail, Inchmere Design, 2005.

POVEDA 2004
POVEDA LONGO, Alberto, Paso clandestino. Las otras listas, Ed. Alberto Poveda Longo, Madrid, 2004.







dijous, 9 d’agost del 2007

Tino Parramon de Josa del Cadí, de agente de fronteras a agente de pasaje

Clara Arbués

Precedentes
Laurentino Parramon Elias nace en Cal Magre, en Josa del Cadí (Alt Urgell, Cataluña), en 1911. Es hijo de Hermenegildo Parramon Riera, de la casa Cal Vansa de Josa, y de Pepa Elias Mitjana, de la casa Cal Músic de Gósol (Alt Urgell, Cataluña). Cursó algunos años en el seminario de la Seu de Urgell (Alt Urgell, Cataluña).
En la década de 1930 militó activamente en Estat Català y se relacionó con los políticos más destacados de la comarca. Tuvo parte en la creación de un grupo de Estat Català en Sant Llorenç de Morunys (Solsonès, Cataluña).
En octubre de 1936 se alistó como agente de fronteras de la Generalitat; más adelante, aún durante la guerra civil española, fue alcalde del municipio de Josa del Cadí. Con la caída de Cataluña y la retirada, abandonó el país y estuvo viviendo un tiempo entre Andorra y la Ariège (Francia).

Agente de paso durante la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, el hostal Palanques de La Massana (Andorra) funcionaba como casa segura para varias redes de evasión. Los hermanos Molné, propietarios del hostal, llevaban en su propio coche a los evadidos hasta Bordes de Peguera (Sant Julià de Lòria, Andorra). Allí comenzaba la aventura de Tino Parramon, cuya misión era hacerlos llegar sanos y salvos a Barcelona. El viaje tomaba 7 u 8 días, a pie y siempre de noche para no ser vistos. De día descansaban. De las Bordes, bajaban a Bescaran (Alt Urgell, Cataluña), cruzaban el río Segre por Pont d'Arsèguel, subían hasta Arsèguel y atravesaban la sierra del Cadí por las Tres Canaletes y la Canal Baridana; seguían por el Baixer hasta Josa del Cadí, pasaban por debajo de l'Espà (Berguedà, Cataluña) y llegaban a la Corriu (Solsonès, Cataluña). De allí, se dirigían a la masía de Cor-de-Roure, donde descansaban todo un día antes de reemprender la marcha nocturna hasta Sallent (Bages, Cataluña). La siguiente etapa les llevaba cerca de Mura; tras cruzar el macizo de Sant Llorenç de Munt llegaban a Sabadell, donde tomaban los Ferrocarriles de la Generalitat hasta Barcelona. En el tren, Tino hacía como si no conociera a nadie del grupo. La consigna era que todos y todas tenían que hacer lo que hiciera Tino sin intercambiar ni una palabra. Una vez en Barcelona, iban al Consulado británico, en la plaza Urquinaona, donde Miss Collie se encargaba de recibir al grupo.
Al hablar del tema, Tino se refería también a Francesc Viadiu, miembro de Estat Català y activista de la resistencia.

Después de la guerra: entre Josa y Santa Coloma de Gramenet
Después de la guerra, Tino trabajó como ganadero trashumante. A finales de otoño, reunía las ovejas y las conducía hasta Santa Coloma de Gramenet por una ruta similar a la que había seguido durante las evasiones. Fue detenido en Santa Coloma y fichado por la policía por sus actividades durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra. Él argumentaba que solo sabía de sus ovejas y "¿qué podía hacer de malo un pobre pastor?" Por lo que parece, lo que le ayudó a salvar la situación fue que conocía a un jefe local de la Falange. En Santa Coloma conoció a Carme, emigrante aragonesa hija de Sariñena (Huesca, Aragón), con la que se casó.
En los años 60 y 70, Josa sufrió una fuerte despoblación. En invierno, cuando Tino se marchaba del pueblo, no quedaba nadie con el rebaño .Aunque él procuraba ocuparse de las casas, no pudo evitar que algunas fueran expoliadas. Tuvo que poner cadenas para impedir el paso de vehículos de modo que no siguieran llevándose las cosas del pueblo.
En 1973 el municipio del Josa del Cadí fue agregado al de Tuixén, pero se reconoció la personalidad propia de Josa, que pasó a ser una entidad menor descentralizada. Tino Parramon fue durante muchos años su alcalde. Murió en otoño de 2004.

dimarts, 7 d’agost del 2007

Joaquim Baldrich en las redes de evasión británicas

Claude Benet

Precedentes
Joaquim Baldrich (Quimet), nació el 2 de febrero de 1916 en Pla de Cabra (Tarragona), actualmente Pla de Santa Maria. Era hijo de “cal Salas”, una modesta casa de campesinos. Tenías dos hermanos y una hermana más jóvenes. Su gran afición de juventud fue el ciclismo.
Antes de la Guerra Civil Española Quimet ya militaba en la CNT, como todos sus compañeros del pueblo. Nunca tuvo ningún cargo pero participó en las reuniones que el sindicato organizaba en Barcelona. Quimet fue voluntario a la guerra, en Aragón, formando parte de la columna Tierra y Libertad. Esta fue trasladada a Madrid y, con muchos de sus compañeros, pasó a formar parte de la 77 Brigada de Cipriano Mera. En marzo de 1937 participó en la Batalla de Guadalajara, una de las victorias republicanas más importantes. Según recuerda Quimet fueron cinco días de lucha feroz, con muchas bajas. Después fue destinado al llamado Cuerpo de Tren porqué tenía permiso de conducir.
El día que acabó la guerra (1 de abril de 1939) Quimet y un compañero partieron desde Aranjuez (Madrid) hacia Tarragona a pie. Los tres meses siguientes los pasaron escondidos en el bosque de Poblet (Baix Camp), hasta que decidió exiliarse en Andorra donde entró el 15 de agosto de 1939 por Setúria (Pal, Andorra). Allí se encontró con Pep de casa Colat que estaba segando. Este le dio cobijo en el momento en que empezaba a llover muy fuerte y le ofreció butifarra. Quimet trabajó de campesino durante una larga temporada en “Cal Cremat” de Anyós (La Massana, Andorra), pero dejó el trabajo y se busco un “puesto” de contrabandista. El contrabando le permitía ganar más dinero y mantener la familia. Poco tiempo antes su mujer se havia trasladado a Andorra para vivir con él.
Las rutas del contrabando lo llevaron hasta Vallcebollera (Alta Cerdaña, Francia). Pasaban todo tipo de productos: “crucifijos, piedras de mechero, tul para hacer vestidos de mujer, vestidos de obispo y gorros, perfumería (que daba muchos duros), bidones de 45 o 50 quilos, tabaco y neumáticos de camiones que se clavaban en el cuello por qué iban sin envolver.”

Del paso clandestino de productos al paso de evadidos.
Un día en que Quimet estaba bajo el puerto de Toses (Baja Cerdaña) haciendo contrabando encontró un grupo de gente perdido que le pidió ayuda. Los acompañó hasta “Cal Brau”, en Guardiola de Berguedà (El Berguedà), y les compró 25 billetes de tren para que fuesen a Barcelona. Posteriormente Quimet se encontró con un refugiado catalán al que había conocido en alguna reunión de la CNT en Barcelona. Se llamaba Josep i vivía en Ussat les Bains (Arieja, Francia). Este hombre, que ayudaba a grupos de evadidos que querían entrar en España, le propuso formar parte de una línea de evasión para hacer de pasador.
La línea estaba formada por Antoni Forné, quien recibía el aviso de la llegada de los grupos de evadidos. Josep Mompel y Antoni Conejos los conducían desde Luzenac (Arieja, Francia) hasta el Serrat o Llorts (Ordino, Andorra). Allí los recogía la organización de Forné y los hermanos Momné del hotel Palanques de la Massana. A continuación Quimet o Salvador Calvet conducían los grupos hasta Barcelona.
Se utilizaban muchos itinerarios diferentes, pero todos confluían en la estación de Manresa. A veces salían del Mas de Alins (Sant Julià, Andorra) hacia Sant Joan Fumat (Alt Urgell), Castellciutat, la Vansa y Tuixen para dirigirse, por la Conca del Llobregat, hacia Manresa. Evitaban casi siempre los pueblos y paraban en muchas masías en las que encontraban acogida y complicidad. Otro itinerario se iniciaba en Encamp (Andorra) por la brecha de Joan Antoni y los Pessons, e iba hacia Ger (Cerdaña) y Alp. A veces cogían el tren en esta localidad. Otras veces continuaban hacia Toses y Guardiola de Berguedà. Allí comían y dormían en “Cal Brau”. Finalmente llegaban a Manresa y pasaban justo al lado de la fábrica Pirelli para ir a la estación, coger el tren hacia Barcelona e ir al Consulado Británico, situado en la plaza Urquinaona.
Los británicos pagaban 3.000 pesetas por cada persona que llegaba a Barcelona. Pero de esta importante cantidad había que descontar los diferentes gastos del viaje: billetes, manutención, ropa y sobornos, y repartirla entre los diferentes miembros de la línea. Joaquim dice haber ayudado a pasar unas 340 personas desde Andorra a Barcelona. Esta orgulloso de no haber perdido nunca a nadie.

Después de la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo de pasador acabó al final de la guerra pero el contrabando continuó 24 años más. Al mismo tiempo, con un socio, compraron un camión y empezaron a trabajar de transportistas. El negocio prosperó y llegaron a tener 9 camiones. Durante un tiempo fue miembro de la asociación “Passeurs et Filièristes Pyrénéens et Andorrans”, actualmente desaparecida. Nunca ha recibido condecoración alguna ni ningún reconocimiento por parte del gobierno Británico. Sólo un monumento y una plaza inaugurada en el 2006 en la Massana, delante del Hotel Palanques, recuerda el importante trabajo que llevaron a cabo él y sus compañeros de línea.

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El grupo Ponzán y Joan Català de Llavorsí.

Josep Calvet

El grupo Ponzán
Francisco Ponzán Vidal, anarquista y maestro de escuela, era de Huesca. Durante la Guerra Civil había trabajado para el Servicio de Información Especial Periférica (SIEP) de la República, que se dedicaba a los servicios de sabotaje y espionaje del ejército enemigo. Se exilió a Francia en marzo de 1939 y estuvo en el campo de concentración de Vernet d'Ariège (Francia), de donde pudo huir. Deseoso de continuar la lucha, contactó con los servicios secretos británicos, belgas y franceses y prestó ayuda en la evasión de políticos, militares, aviadores y judíos. Su grupo colaboró en la evasión de cerca de 3.000 personas y actuó incontables veces como correo, principalmente para la red Pat O'Leary, una de las redes aliadas más importantes en la Europa ocupada.
El grupo Ponzán, que operaba desde Toulouse (Haute Garonne, Francia), estaba integrado en su mayoría por anarquistas españoles. Entre los pasadores más destacados se contaban: Joan Català, Floreal Barberà, Agustín Remiro, Josep Ester y Vicente Moriones. Los evadidos a cargo del grupo Ponzán cruzaban los Pirineos a pie y eran conducidos al Consulado británico de Barcelona, donde se les facilitaba la salida de la Península Ibérica pasando por Portugal o por Gibraltar.
Ponzán fue detenido en abril de 1943 y pasó aproximadamente un año en la cárcel. Al cabo, fue entregado a la Gestapo y asesinado el 18 de agosto de 1944 en Buzet-sur-Tarn (Haute Garonne, Francia) junto con otras 53 personas. Fue condecorado a título póstumo por los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos; en España, su aportación a la resistencia continúa en el olvido. Parte de su legado se conserva en el Musée Départemental de la Résistance et de la Déportation de Toulouse.

Precedentes de Joan Català
Joan Català Balanyà nace en Llavorsí (Pallars Sobirà, Cataluña) el 21 de febrero de 1913. Cuando estalla la Guerra Civil, se alista como voluntario a la columna Durruti (26ª División) y combate en el frente de Aragón. A mediados de 1938 se enrola en la 143ª Brigada de la 24ª División del ejército de la República, destacada en el Alt Urgell, donde desempeñará servicios de guía y espionaje. Forma parte del SIEP (Servicio de Información Especial Periférica) bajo las órdenes del anarquista aragonés Francisco Ponzán. El encuentro con Ponzán marcaría su vida; con él forjaría un estrecho vínculo que continuaría una vez acabada la guerra. En marzo de 1939, pasa a Francia y es retenido en el campo de concentración de Vernet d'Ariège, pero logra evadirse y llega a Andorra. Esta fue la primera evasión en el largo historial de Joan Català.

De Andorra a la líneas de evasión
En Andorra, Català empieza haciendo contrabando hasta su reencuentro con Francisco Ponzán, su antiguo superior del SIEP, que había pasado a colaborar con los servicios secretos aliados. Català se incorpora al grupo Ponzán, donde lleva a cabo tareas de espionaje. Fue detenido en Cádiz cuando iba a recoger los planos de la fortificación de la provincia y encarcelado en la prisión el Cisne de Madrid. De allí se evadió en noviembre de 1940, regresó a Andorra y se reincorporó al Grupo. Su actividad ayudando a pasar a refugiados extranjeros le convirtió en uno de los pasadores más destacados; pero Català, gran caminante de montaña, prefería hacer de correo que acompañar a gente.
En abril de 1941 fue detenido nuevamente, esta vez en la Estación de Francia de Barcelona, cuando acompañaba a dos aviadores norteamericanos. Otra vez logró huir, durante su traslado para comparecer ante el juez militar, y regresó a Andorra. A partir de entonces su misión consistió en llevar a Barcelona documentación para la CNT. Fue apresado mientras esperaba reunirse con Eliseo Melis, un anarquista que resultó ser un destacado confidente de la policía franquista. En diciembre de 1942 se evade de la cárcel Modelo pero le detienen a los pocos días. Trasladado a la prisión provincial de Lérida, es dejado en libertad en julio de 1943 gracia a un extraño "error burocrático".
Tres meses antes habían detenido a Francisco Ponzán en Toulouse y desmantelado la estructura organizativa del grupo. Al salir de la cárcel, Català se traslada a Barcelona y organiza, a instancias de Consulado británico, su propio grupo para sacar gente de Francia. El Consulado pagaba 3.000 pesetas por cada persona que llegaba a sus dependencias. La nueva línea de evasión, establecida en la Cerdaña, cuenta con un camión, lo que agiliza el trayecto y permite transportar mayores contingentes. Así, consigue trasladar varios grupos de militares polacos.

Las rutas
Català pasaba los Pirineos por Andorra o por la Cerdaña francesa desde Osseja (Haute Cerdagne, Francia), un itinerario más fácil. La ruta se decidía en función de la edad y la resistencia física de las personas que tenía que acompañar. Hacían parada en el hotel Jaume de Alp (Baixa Cerdanya, Cataluña) antes de emprender la travesía del Cadí. La ruta se hacía a pie, por caminos de montaña y con descansos en masías seguras, hasta Manresa (Bages, Cataluña). Allí, acompañante y evadidos seguían en tren hasta Barcelona y hasta el Consulado británico, sito en la plaza Urquinaona. En otras ocasiones, Català cruzaba la frontera por el Alt Empordà, donde los puertos de montaña no alcanzan los mil metros. Además, el trayecto de las comarcas de Gerona hasta Barcelona era mucho más rápido y seguro.

Después de la Segunda Guerra Mundial
Català fue detenido en Adrall (Alt Urgell) el 25 de junio de 1944 cuando regresaba de una expedición. En diciembre de 1946 fue juzgado y condenado a 12 años de cárcel. En marzo de 1947 protagonizó una nueva fuga, esta vez de la cárcel de Carabanchel (Madrid) y pasó clandestinamente a Francia, donde volvió a ser detenido por ir indocumentado. Fue puesto en libertad gracias a las gestiones de Robert Terres, un importante agente secreto francés que mantenía contactos con grupos de la CNT, en reconocimiento de los servicios prestados a los aliados. Malvive en situación irregular y, en 1952, atraca un furgón de correos con varios compañeros. Es detenido y pasa casi 15 años en varias cárceles francesas. Sale en libertad en 1965 y se instala en Andorra. Actualmente reside en la Seu d'Urgell.

Roger Rieu y Manel Vidal, agentes de enlace de la red Wi-wi

Annie Rieu

Precedentes
Roger Rieu Thoumaset, de casa Jacqueli, nació el 5 de julio de 1920 en Rieu, aldea del valle de Capvert (Seix, Francia), de madre campesina y padre desconocido. Tenía un hermano mayor y dos hermanastros más jóvenes. Su padrastro era campesino y su madre hacia, a temporadas, venta ambulante de bordados, gafas, etc. Se casó en 1944 con Josefina Mias (hija de un republicano catalán, exiliado en febrero de 1939 por el Pertús). Tuvieron tres hijas y dos hijos. Roger ayudaba a su madre y su padrastro en el campo y trabajaba de criado o de mozo para los agricultores del vecindario.
Manel Vidal nació en Isil (Pallars Sobirà, Catalunya) en 1899 en una familia de campesinos pobres. Tuvo dos hijas y tres hijos. En 1937 una inundación se llevó su casa.
Durante la guerra civil española Manel hizo de guía, por el Port de Salau, de personas que se evadían del nazismo. Aprovechaba la ocasión para llevar comida a unos primos exiliados. Les llevaba sobretodo productos del cerdo, ya que la familia criaba uno en Isil. En Francia compraba lo que faltaba en el otro lado, como café y tabaco, y lo traía a su casa. Por esta razón era sospechoso de hacer contrabando y una denuncia lo llevó a la cárcel de Sort durante unos días. Allí fue identificado como anti franquista y deportado a Aragón, a Los Corrales (Ayerbe, Huesca) donde estuvo dos meses.
Sus viajes alimentarios hicieron que conociera a mucha gente, tanto francesa como exiliada española, en Couflens y en Salau (Ariège, Francia). Con toda ella mantenía una estrecha relación.

La red Wi-wi
En 1943 Jean-Marie Morère (oriundo de Soueix, Ariège, Francia), jefe en Marsella de la red Wi-wi, contacta con Roger. El 25 de junio este se enrola en la red como voluntario mientras dure la guerra. Hacía de agente de enlace y pasaba cada 15 días, a veces cada 8. Su trabajo estaba remunerado: cobraba 10.000 francos por cada viaje. Nadie de su familia lo sabía. Su madre lo trataba de gandul y sospechaba que hacía tráfico de sacarina.
Manel tenía 45 años cuando Jean-Marie Morère lo contactó para entrar a formar parte de la red, también como agente de enlace. Aceptó la misión por razones económicas y, como Roger, por razones ideológicas y personales.
Al principio de la creación de la red, Jacinto Bengoetxea (de Navarra), chofer de autobús de la compañía Itté, encaminaba los mensajes. El jefe de la red en Saint Girons era Felicien Carrère, de Soueix. Su hijo Marcel Carrère, agente de enlace, se ocupaba de miniaturizar los pliegos de documentación. Lugares como el domicilio de Barthélémy Gabarre en Saint Girons o como el colmado de Caroline en Couflens, les servían de buzón. Roger y Manel eran los pasadores, es decir, los dos eslabones de la cadena en la frontera occitano catalana.
Para cumplir sus misiones Roger iba en una vieja bicicleta, vestido con harapos. Decía que iba a ver el médico (el doctor Lagorce) a causa del paludismo que supuestamente había contraído en Marruecos o Argelia cuando estaba en el ejército. Escondía los mensajes en sitios insólitos como el manillar o la mancha de la bicicleta. Estas astucias le permitieron escapar de un severo control de la GESTAPO sin problemas, pero con mucho miedo. En otra ocasión hizo pasar, dentro de un cesto, una pistola desmontada cubierta de cerezas. Dejó el cesto en la falda de un pasajero alemán que iba a Couflens en el autobús de línea.
Las citas de la red en Saint Girons se hacían en el café Madrid con la complicidad de uno de los camareros, José da Silva. Los mensajes se intercambiaban en los lavabos del café. Desde Marsella los llevaba Morère, o alguna chica joven, o incluso a veces un cura (que había hecho el oficio de pasador). Roger los llevaba a Angouls y de allí, a pie, pasaba la frontera por Vinyals, entre los puertos de Aulà y Salau, y bajaba hacia la borda Petit, propiedad de Manel, donde este los recogía. A veces Manel lo esperaba por las crestas, o a medio camino de borda Perosa. Manel hacía llegar los documentos a Barcelona.
Cuando los pliegos salían de Barcelona y tenían que llegar a Marsella el itinerario se hacía al revés, con las mismas personas.
Por otro lado, Roger frecuentaba la comunidad española exiliada –política o económica-, muy numerosa en el Haut Salat. El hecho de que la lengua occitana, la que hablaba Roger, y la lengua catalana sean tan próximas facilitó mucho la comunicación.

Las acciones más importantes de la red Wi-wi
Entre todos los mensajes transportados hay que destacar los siguientes:
- Los planes de defensa antiaérea de Marsella.
- Los planos de la base submarina de Cap Janet.
- Información sobre el hundimiento de los barcos saboteados en Toulon.
- Información sobre las líneas de defensa en la frontera italiana.
- Información sobre los trenes blindados estacionados en Callade les Aiguilles, en los alrededores de Marsella.
Pero las dos informaciones más excepcionales son la de los aviones torpederos (aviones de caza Fockewulf), y el de las minas instaladas por los alemanes a lo largo de la costa. Estos dos valiosos mensajes proporcionaron información precisa de los lugares en los que estaban escondidos los aviones, que pudieron ser eficazmente bombardeados.

La vida después de la Guerra Mundial y los reconocimientos.
El 1 de octubre de 1944, cuando la guerra ya había acabado en Francia, Roger se incorporó a la segunda Compañía de exploradores esquiadores. Fue nombrado sargento el 20 de setiembre de 1944 y se enroló para tres años. Fue destinado al Tirol (Austria). Más tarde se negó a ir a Indochina y fue desmovilizado el 20 de abril de 1946.
Aquel mismo año volvió a casa, reemprendió la actividad agrícola y crió cabras. Durante unos años vivió, con su mujer y sus tres hijas, gracias a pequeños trabajos precarios. En 1957 trabajaba como obrero interino en la compañía Electricité de France y en 1960 lo contrataron como vigilante de la fábrica de Salau. Acabada la guerra Roger fue recompensado por los servicios prestados. Francia le dio la Croix de Guerre Étoile d’Argent en febrero de 1946, entregada por el general De Gaulle y el mariscal Juin. Después obtuvo la Médaille Militaire y le atribuyeron la Croix de Guerre avec palmes, por decreto del 5 de julio de 1951. Los Estados Unidos le concedieron la American Legion en 1994. Se jubiló en 1980 y murió en 1997 a la edad de 76 años.
Manel dejó Isil en 1950 para ir a vivir en Saint Girons. El exilio hacia Ariège (Francia) fue definitivo. El y su familia se alojaron primero en casa de una tía, hasta que pudieron comprarse una casa pequeña con el dinero de la venta del rebaño. Manel trabajó como obrero para un español (en la empresa Navarre) durante un año y participó en la construcción del laboratorio subterráneo de Moulis. Cuando acababa la jornada laboral hacía horas extras, paleando arena, para alimentar a su numerosa familia. Posteriormente la empresa Azalini, que tenía una serrería en Saint Girons, lo contrató como peón. Cuando se jubiló, a los 68 años, sólo tenía 14 de cotización a la seguridad social.
Manel no obtuvo ningún reconocimiento por su trabajo en la red Wi-wi y no se le concedió la carta de excombatiente. La recibió sólo en 1980. Fue su hija quién se la llevó al hospital donde poco después murió. Tenía 81 años.

La familia Soldevila de Escart y la red belga de Jean.

Noemí Riudor Garcia

Precedentes

Jaume Soldevila nació en Escart (Pallars Sobirà, Cataluña) en 1906. En 1932 emigró a Francia y se casó con Generosa Cortina, nacida en 1910 en Son (Pallars Sobirà, Cataluña) y emigrada a Francia en 1925.

Sus hermanos Joan (nacido en 1913) y Ricardo (nacido en 1916) vivían en Escart. Cuando estalla la Guerra Civil en 1936, Joan se alista como voluntario en el cuerpo de carabineros del ejército republicano. Es destinado a Madrid. Acabada la guerra en 1939, regresa a Escart. Ricardo se había alistado en el ejército del aire y había servido la República en Murcia. Al final de la guerra fue encarcelado en Cartagena.

Los años de posguerra fueron difíciles, tanto económica como socialmente. Joan y Ricardo trabajaron como mozo de granja, en el bosque talando madera y haciendo algo de contrabando. La noche del 9 al 10 de junio de 1943 los interceptó la Guardia Civil en uno de sus viajes a Andorra. Los dos hermanos y un compañero fueron conducidos al Seminario Viejo de Lérida, que hacía las veces de cárcel. Allí cumplieron treinta días de condena por un delito de contrabando.

En 1943, en la cárcel del Seminario Viejo había, junto a presos españoles acusados de delitos varios, reclusos extranjeros de las más diversas nacionalidades que habían sido detenidos por la Guardia Civil cuando cruzaban la frontera de manera clandestina en su huida de la Europa nazi. Allí, los hermanos Soldevila conocieron un chico de Saint-Girons (Ariège, Francia). Cumplida la pena, Joan y Ricardo regresan a Escart y reanudan sus actividades.


Organización de la red de Jean en los Pirineos

Al poco de su regreso, el Consulado belga de Barcelona contacta con los dos hermanos. El muchacho de Saint-Girons les había recomendado para hacer de correo entre Toulouse y Barcelona pasando por los Pirineos. Así fue cómo entraron a colaborar con la red de correo de Jean.

Al principio, los correos son Ricardo (agente "José") y Jaume (agente "Pablo"). El primero viajaba a Barcelona para recoger un "bulto" en el Consulado belga; al tomarlo a su cargo, firmaba con su nombre falso en un registro donde constaba la fecha y la cantidad que percibía por sus servicios: 5.000 pesetas por viaje. De Barcelona, Ricardo llevaba el "bulto" hasta Er (Cerdagne, Pyrénées Orientales) y lo depositaba en una casa "buzón", que era donde se realizaría el relevo. Jaume lo recogía y lo hacía llegar a Toulouse, donde Generosa se encargaba de entregarlo a otro agente de la red, una mujer que no conocía.

Cuando el itinerario por la Cerdaña se hace demasiado peligroso, deciden abrir una nueva ruta por el Pallars Sobirà. Ricardo llevaba el "bulto" de Barcelona a Escart; Joan (agente "Rodrigo") lo pasaba a pie de Escart a Couflens (Couserans, Ariège) cruzando por Vinyals, entre los puertos de Salau y Aulà. En Couflens lo depositaba en una casa de confianza donde lo recogía Jacinto Bengoetxea, un refugiado navarro dedicado al transporte regular de pasajeros entre Couflens y Saint-Girons. Este llevaba el "bulto" a casa de la familia Gabarre, originaria de Isil (Pallars Sobirà, Cataluña), donde Jaume lo recogía para hacerlo llegar a Toulouse.

La misión Roch y la cadía de la red de Jean

En abril de 1944, el gobierno belga, exiliado en Londres, pone en marcha la misión Roch, cuyo objetivo era la evacuación de agentes identificados y de personalidades particularmente relevantes. El encargado de la misión, el capitán de aviación belga Charles de Hepcée, ha de introducirse en Francia con la ayuda de los hermanos Soldevila.

Ricardo lo acompaña de Barcelona hasta el Pallars Sobirà. Los hermanos habían previsto alojarle en una casa de Son (Pallars Sobirà, Cataluña) hasta que llegara Jaume para llevarle a Toulouse. Pero la mala suerte quiere que se tropiecen con un hombre de sobras conocido por sus opiniones pro franquistas. Temiendo ser denunciados, deciden proseguir inmediatamente el viaje.

Joan y Ricardo, que siempre han operado de este lado de la frontera, piden ayuda a un hombre de Salau refugiado en Borén (Pallars Sobirà, Cataluña) para que haga de guía en territorio francés. Este abandonará a Hepcée justo detrás de la frontera, ya en Francia. Interceptado por una patrulla alemana en Pont de la Taule (Couserans, Ariège) el 22 de abril de 1944, Hepcée fue sometido a un duro interrogatorio, encarcelado y fusilado.

Un mes más tarde, la Gestapo detuvo a Generosa y Jaume en su domicilio de Toulouse. Generosa Cortina fue deportada al campo de Ravensbrück (Alemania). Jaume Soldevila fue detenido en Tolouse y conducido junto con otros presos a un bosque cerca de Castelmaurou (Haute Garonne) el 27 de junio de 1944. Allí se les obligó a cavar su tumba antes de ser fusilados. Jaume supo aprovechar un momento de distracción de los solados para huir. Herido de poca gravedad en la rodilla, fue recogido por un médico italiano que le escondió hasta la llegada de su primo, Tonbio Sanz, acompañado de varios milicianos españoles. Jaume fue el único superviviente del bosque de Castelmaurou. Poco después, el 20 de agosto de 1944, Toulouse era liberada.

Generosa sufrió torturas y trabajos forzados en una fabrica de armamento alemana. Fue liberada el 3 de mayo de 1945 por el ejército soviético. Reencontró a su marido después de un año sin saber nada la una del otro.

Otras actividades de resistencia

Generosa y Jaume también habían actuado para la red Françoise (también llamada Pat O'Leary), que dependía del gobierno británico. Su domicilio en Toulouse era un "buzón" de la red y Jaume se había encargado de introducir en España algunos grupos de aviadores. Joan recuerda que en una ocasión su hermano le dio en cargo a cinco aviadores británicos y canadienses.

Tras la Guerra Mundial: actividades profesionales y reconocimiento

Después de la Segunda Guerra Mundial, Jaume continuó trabajando como mecánico en Toulouse hasta que abrió con Generosa un pequeño bar restaurante.

Sus actividades de resistencia les han valido el reconocimiento de los gobiernos francés y estadounidense. En 1947, el presidente de los EE.UU. les concede la Medal of Freedom; en 1962, Generosa es merecedora de la Croix du Chevalier de la Légion. Generosa Cortina murió en 1987 y Jaume Soldevila, en 1998.

A Joan y Ricardo no se les ha reconocido su participación en las redes aliadas de información y de evasión. Tras la guerra, siguieron viviendo de su trabajo forestal y del contrabando a pequeña escala. Ricardo se marchó a Francia a mediados de los años 50, se casó y se puso a trabajar como viajante para un almacén de ropa de Toulouse. Murió en el 2003. Joan se casó en 1946 y se quedó en Escart. Actualmente vive en Esterri d'Àneu con su mujer.

La batalla del Pirineo. Redes de información y evasión aliadas en el Pallars, el Alt Urgell y Andorra, durante la Segunda Guerra Mundial

"La batalla del Pirineo" es el nombre dado por agentes secretos británicos del MI-9 (servicio de evasión y resistencia en Europa) a las numerosas redes de evasión desde el continente hacia el Reino Unido atravesando los Pirineos. Después de la guerra, sus miembros recibieron amplio reconocimiento en Gran Bretaña y Bélgica y muchos de los agentes escribieron sus memorias.

No ha ocurrido lo mismo en el Pallars Sobirà y el Pirieno catalán, donde la aportación de las redes de evasión continúa en la sombra, casi tanto como cuando eran clandestinas. Con la presente exposición, el Ecomuseu ha querido mostrar la importancia de sus actividades en esta vertiente de los Pirineos. En los años en que la dictadura franquista más asesinaba, gran número de habitantes de estas montañas mantuvieron su compromiso con los aliados de la democracia haciendo de correo y pasando grupos de evadidos. En España, el final de la guerra mundial no significó la llegada de la democracia. Todavía hoy en día, hay pasadores catalanes que se preguntan si no irán a la cárcel por explicar qué hacían 60 años atrás.

La exposición pone voz e imágenes a redes y a personas, algunas de ellas desconocidas hasta la fecha. Sus protagonistas son Joan, Jaume y Ricardo Soldevila (Escart); Generosa Cortina (Son); Roger Rieu (Couflens, Francia); Manel Vidal (Isil); Laurentí Parramon (Josa de Cadí); Joaquim Baldrich (Escaldes, Andorra); y Joan Català (Llavorsí), que trabajaron para las redes de evasión e información belgas, norteamericanas y británicas.

Las personas encargadas de sacar a la luz estas historias olvidadas han investigado los Pirineos durante años, ya sea por motivos profesionales o personales. Todas han tropezado con sucesos acaecidos en la frontera pirenaica durante la Segunda Guerra Mundial. Estas personas son: Annie Rieu, Josep Calvet, Clara Arbués, Claude Benet y Noemí Riudor. Han destacado el perfil de los y las protagonistas antes de la guerra mundial, su participación en las redes y, finalmente, su vida después del conflicto bélico.

La información recogida durante meses de trabajo supera en mucho el material aquí expuesto. Es tal su complejidad y calidad, y que el equipo de investigación se plantea futuras ampliaciones.

Coordinación: Josep Calvet (Universitat de Lleida), Noemí Riudor, Ignasi Ros (Ecomuseu de les Valls d'Àneu).

Textos:
"La familia Soldevila de Escart y la red belga de Jean", por Noemí Riudor.
"Roger Rieu y Manel Vidal, agentes de enlace de la red Wi-wi", por Annie Rieu-Mias.
"El grupo Ponzán y Joan Català de Llavorsí", por Josep Calvet.
"Joaquim Baldrich en las redes de evasión británicas", por Claude Benet.
"Tino Parramon de Josa del Cadí, de agente de frontera a agente de paso", por Clara Arbués.
"Josep Ibern, un republicano en las redes de evasión aliadas", por Fredi Ribó

Traducción: Cristina Simó.

Cartografía: Xavier Eritja.

Diseño de la exposición: Ramon Berga.

Imágenes: Familia Soldevila, familia Vidal, familia Rieu-Mias, familia Parramon, Joan Català, Joaquim Baldrich, Centre d’Estudis Josep Ester Borràs de Berga, Arxiu Nacional d’Andorra, Musée Départemental de la Résistance et la Déportation de Toulouse, Noemí Riudor, Annie Rieu-Mias, familia Ibern.

Agradecimientos: Joan Soldevila, Joaquim Baldrich, Joan Català, Julien Soldevila, familia Soldevila, família Vidal, familia Rieu-Mias, familia Parramon, Annie Rieu-Mias, Guillaume Agulló (Musée Départemental de la Résistance et la Déportation de Toulouse), Emmanuel Debruyne (Centre d’Études et de Documentation Guerre et Sociétés de Bruselas), Xavier Muntanyà, Jordi Abella, Ester Sánchez, Víctor Rey, Scott Goodall (Association Le Chemin de la Liberté), Marta Giráldez, Jean Feutray, Cristina Simó, Ramon Berga, Xavier Eritja, Lídia Cardona, Rosa Florensa, Anna Tarrado, Phelin Leahy, Llum Divina Ibern, familia Ibern, Rosa Manau i Parramon, familia Campmajó.